Hoy en día la luz es esencial para nuestra vida diaria, pero la invención de la bombilla es relativamente reciente, de finales del s. XIX. Antes se iluminaban las casas con velas, candelas y luces de gas. Ahora se iluminan con lámparas. Es importante tener en cuenta que los hogares no fueron los primeros en beneficiarse de la electricidad, sino más bien los alumbrados públicos y las fábricas. Más tarde con la aparición de los electrodomésticos se haría cada vez más necesaria la creación de una red eléctrica.
Actualmente nos parece increíble vivir sin la inmediatez de la electricidad. Pulsamos un interruptor y tenemos luces en las habitaciones. Hasta podemos elegir la temperatura de la luz que deseamos. Se trata de un invento de 140 años que lamentablemente todavía no disfrutan todos los habitantes de la tierra.
La tríada electrodomésticos-tecnología-ciencia dibujó una sociedad de consumo, pero otro de los rasgos que la caracteriza es la rapidez. En nuestra sociedad nos movemos a otra velocidad que en las sociedades que nos antecedieron. Vamos en trenes de alta velocidad, en avión, nos comunicamos al segundo con aplicaciones para móviles… Y tenemos luz en los hogares. La luz es un ejemplo de esta inmediatez.
No hay nada más rápido que la luz
Para hacernos una idea de lo rápida que puede llegar a ser, en un solo segundo la luz puede girar siete veces alrededor de la tierra. ¿Acaso no es increíble? La luz es tan rápida que su velocidad es insuperable.
La velocidad de la luz en cifras
Pero, ¿la luz se puede medir? ¿Podemos saber a qué velocidad va exactamente? Lo cierto es que la velocidad de la luz se calcula midiendo el tiempo que transcurre desde que va de un punto a otro punto. La velocidad de la luz en km/h es, redondeando, de 300.000 kilómetros por segundo.
Los años luz en la astronomía
Aunque parezca mentira, la velocidad de la luz puede resultar muy útil para áreas de conocimiento como la astronomía. La luz se utiliza para muchas cosas, entre ellas para medir la distancia. Frente al universo o los multiversos, los astrólogos han tenido que usar mediciones distintas a las habituales, de otra forma resultaría muy difícil calcular el espacio que hay entre objeto y objeto. Es lo que se llama el “año luz”, es decir la distancia que puede recorrer la luz durante un año.
Por lo que, con los años luz se mide la distancia que hay entre los diferentes cuerpos celestes. El universo es tan inmenso que, de un planeta tan pequeño como la Tierra hasta una galaxia, pueden haber millones de años luz.
Teniendo en cuenta los años luz que nos separan de los distintos cuerpos celestes, es normal que resulte tan difícil enviar sondas a otros planetas para hacer averiguaciones sobre el universo. No hay duda de que se necesita desarrollar mucho la tecnología para llegar a conocer el universo en profundidad.
En conclusión, la luz ha cambiado nuestras vidas, pero también nuestra forma de interactuar con el mundo. Nuestras sociedades de consumo se caracterizan por utilizar electrodomésticos, y aparatos complejos como ordenadores. Y no solo eso, las define la inmediatez y la rapidez en el trabajo, en la comunicación, en las relaciones con los demás. Todo esto no ha sido un cambio repentino, sino que comenzó en un pasado cercano, con la invención de la bombilla.